Comida de novelistas. El primer plato: el uso de la Inteligencia Artificial en la escritura. Yeah! Sé que será una comida interesante.
Somos de todas las edades y puede que pienses que los más reticentes a su uso son los mayores, pero no es exactamente así. El romanticismo del escritor hace que da igual la edad que tengas, la autenticidad es lo que más prevalece.
Debatimos con argumentos muy interesantes, que para eso somos gente creativa y con recursos hasta que sale lo interesante:
La IA no tiene alma.
Citando a Platón, (ni que fuera yo filósofa)
El alma es en el hombre lo divino, lo invisible, lo inmortal, lo puro, lo que permite la contemplación de la verdad, la belleza y el bien, lo que por naturaleza debe en él imperar.
Y eso es todo lo que resume el gran debate. Te cuento más.
¿Es posible que una máquina genere miles de palabras en cuestión de segundos, optimice procesos y nos ayude a agilizar tareas repetitivas? Sí, es posible. Eso es la IA.
Sin embargo, a pesar de estos avances que a muchos todavía les hace flipar, la IA aún (y esperemos que siga así) no ha logrado capturar una característica fundamental de la escritura humana: la conexión emocional.
Las herramientas de inteligencia artificial no pueden hacer magia con las palabras ni darles esa “chispa” que convierte un simple texto en una experiencia que resuene con el lector. Por mucho que nos apoyemos en estas herramientas, y esto es algo que yo recomiendo y hago, el alma de los textos va ligada al alma del escritor. Detrás de cada palabra, metáfora o tono emocional, hay un toque humano que la IA no puede replicar.
En este contexto, los lingüistas computacionales estamos jugando un papel importante. Nuestra misión es enseñar a las máquinas a generar textos con coherencia, fluidez y estructura; pero también ser conscientes (y transmitirlo) de que, al menos por ahora, el alma y la esencia humana en la escritura no pueden ser reemplazadas.
Y como en la comida con mis compañeros novelistas, todavía me miran con reticencia cuando hablo de esto.
Los lingüistas computacionales somos como arquitectos que entrenamos a la IA, teniendo muy claro que la vamos a usar como una herramienta facilitadora y de apoyo, no como un sustituto. Entonces, ¿qué es lo que realmente hace que el toque humano sea tan irremplazable en la escritura?
La evolución de la IA en la escritura creativa y su entrenamiento lingüístico
La inteligencia artificial ha recorrido un largo camino en la comprensión y generación del lenguaje. Y es un camino que se está haciendo día a día. Los lingüistas computacionales trabajamos para enseñarle a la IA a escribir, dotándola de una estructura y coherencia que permitan crear textos informativos, descriptivos e incluso narrativos.
¿Cómo funciona? A través de algoritmos y redes neuronales, la IA es capaz de analizar grandes volúmenes de datos lingüísticos, identificando patrones y replicándolos en la generación de contenido.
Para lograr esto, los lingüistas trabajamos entrenando y rectificando estas herramientas de IA para seguir estructuras gramaticales y estilísticas. Sin embargo, el verdadero reto va más allá de las normas gramaticales. Para optimizar procesos, el verdadero objetivo es entrenar a la IA para que aprenda a “hablar” con naturalidad, adaptándose al contexto y al tono deseado, lo cual ya es un gran desafío.
Pese a todo, y como escritora además de lingüista me alegra, la IA carece de la capacidad de comprender el impacto emocional de sus palabras, un aspecto que se escapa de los algoritmos y que sigue siendo dominio de los humanos.
El rol de los lingüistas en el entrenamiento de la IA
La labor de los lingüistas no se limita a enseñar a la IA a estructurar frases; también hay que dotarla de una funcionalidad práctica para que los textos sean útiles. Una de las tareas en las que estoy centrada es en el diseño de modelos que ayudan a la IA a procesar el lenguaje y a ajustarse a diferentes estilos de escritura. A pesar de esto, aunque sí que consigo que la IA replique patrones lingüísticos y escriba textos claros, el elemento emocional y la creatividad que una persona puede imprimir en sus palabras siguen siendo inalcanzables.
Cómo la IA aprende a estructurar el lenguaje
Una de las principales tareas en el entrenamiento de la IA es enseñarle a estructurar el lenguaje de forma que resulte coherente y legible. Este proceso implica dotar a la IA de reglas sintácticas, modelar estructuras narrativas básicas y diseñar respuestas automáticas para diálogos. En este sentido es importante destacar que, a pesar de estar apoyándonos en una herramienta, hay que tener conocimientos en escritura, lingüística y gramática para que esto pueda tener un resultado eficiente. ¿Qué quiero decir con esto? que no se trata de “querer trabajar menos” o de “buscar un sustituto ágil”, se trata de optimizar el trabajo sirviéndonos de las nuevas tecnologías, pero haciéndolo de manera profesional, con unos conocimientos previos y con un trabajo delicado que de un resultado eficiente.
Quien no siga estos pasos, tendrá un resultado nefasto, que denotará falta de estilo, falta de personalidad y falta de profesionalidad. Además, sin alma.
Lo que la IA no puede replicar, la emoción en la escritura
Aquí radica la verdadera diferencia entre un texto generado por IA y uno creado por un ser humano: la conexión emocional. Cuando un lector se sumerge en una narrativa que le toca el corazón, cuando un texto le provoca una sonrisa o una lágrima, estamos ante algo que trasciende las palabras. La IA, aunque sea muy eficiente en producir contenidos rápidamente, carece de la capacidad de conectar emocionalmente con el lector. Esto se debe a que no puede entender realmente el significado profundo de las emociones humanas, ni el contexto cultural que a menudo define cómo nos relacionamos con los textos.
La conexión emocional es un factor exclusivamente humano
Crear una conexión emocional a través de la escritura implica una sensibilidad que solo un ser humano puede ofrecer. Los escritores comprenden los matices y las sutilezas del lenguaje, adaptándose a las expectativas y emociones del lector de una forma que ninguna máquina puede igualar. Los lingüistas entrenamos a la IA para que identifique palabras, pero, sin un verdadero entendimiento de esas emociones, los textos generados quedan planos, sin la resonancia emocional que solo un humano puede darle. De nuevo, el alma.
La empatía y la intuición como claves en la escritura auténtica
Escribir con autenticidad significa intuir lo que el lector necesita oír en cada momento, algo que la IA simplemente no puede hacer. Esta intuición, una mezcla de empatía y experiencia, permite a los escritores humanos prever las reacciones del lector y adaptar el tono, el ritmo y el mensaje del texto en consecuencia. La IA puede producir contenido útil, pero no puede improvisar con creatividad o adaptar sus respuestas según la personalidad del lector, elementos que se construyen con años de interacción humana.
La IA es capaz de crear frases en tono positivo, incluso de utilizar expresiones alegres o motivacionales, pero carece de la profundidad que un escritor experimentado le daría. Cuando un humano escribe, es capaz de intuir el efecto emocional que tendrá cada palabra y cómo su elección de términos puede cambiar el impacto en el lector. Un escritor puede tomar un texto y añadirle metáforas, humor o incluso un toque de ironía, elementos que transforman el mensaje.
IA como herramienta, no como reemplazo. Una alianza creativa
La IA es una excelente herramienta para agilizar nuestro trabajo, liberándonos de tareas repetitivas y permitiéndonos dedicar más tiempo a la creatividad. Cuando la IA se utiliza como un simple recurso complementario, podemos aprovechar lo mejor de ambos mundos: la eficiencia de la tecnología y la autenticidad humana.
Al liberar tiempo de tareas tediosas, la IA permite que nos enfoquemos en desarrollar ideas y explorar nuevas perspectivas, además de optimizar nuestro tiempo y poner el foco en las emociones y la conexión con el lector.
Te dejo una reflexión para terminar, ¿cuál ha sido tu experiencia con textos generados por IA? ¿Crees que pueden emocionar tanto como los humanos?
Luli Borroni